viernes, 29 de mayo de 2020

Acuerdo CIDOB-CAO

COVID: la crisis como cortina de humo para la aplicación de las políticas oligárquicas. 

I. La ilegitimidad de las dirigencias oportunistas.

A. Las dirigencias funcionales a los gobiernos de turno

El oportunismo e individualismo no es propio de la "gente blanca". Lo hemos visto en diferentes oportunidades, en dirigentes indígenas "históricos". Recordarán la traición de Marcial Fabricano cuando se postuló como candidato a Vice Presidente junto a Miguel Urioste, por las siglas del Movimiento Bolivia Libre (MBL) y, con ello la traición a los postulados de la II Marcha, que dio origen a la Ley INRA, cuyo fin fue titular todos los territorios indígenas (a través de la megacoalición, volvió a gobernar el nefasto dictador Hugo Banzer a partir de 1997). Por otro lado, son sonados los casos de venta y tráfico de tierras por dirigentes guarayos a productores agropecuarios y a empresarios madereros; razón la cual, la TCO Guarayos está, prácticamente, en manos de terceros; mientras que los verdaderos dueños están cada vez más arrinconados y, sin posibilidades de acceder a tierras para seguir con el desarrollo de su vida. En el caso de las dirigencias guaraníes, las negociaciones con las empresas petroleras por los fondos de compensación por daños socioambientales, llevó a muchos dirigentes vivir en la opulencia con recursos que deberían ser destinados a desarrollo comunitario, como según, estipulaban los convenios de compensación. Hasta ahí, destapar la olla de Pandora, nos llevará a otros extremos; entonces, en los tres casos mencionados anteriormente, quienes salen ganando con ese tipo de actitudes, son esos dirigentes vendidos y corruptos, pero dejan a su paso pobreza, desolación y contaminación, tanto en las poblaciones indígenas, como en los territorios. En años recientes, podemos enumerar muchos comportamientos oportunistas, que dieron lugar a la actual crisis dirigencial.   

La crisis de las "formas sindicatos" de las organizaciones representativas de las naciones indígenas, tiene su raíz en las descripciones señaladas líneas arriba. Es natural que un grupo de individuos al verse burlados y olvidados de parte de sus representantes, se organice y pida la revocatoria de sus dirigentes para encausar la línea política y orgánica. Sin embargo, no es lo que comúnmente ocurrió o está ocurriendo: los dirigentes corrompidos, mediante artimañas crean organizaciones paralelas para prorrogarse en los cargos, siendo que ya no tienen reconocimiento legítimo ni legal; pero aún así, siguen operando a nombre de sus representados. Ocasionando debilidad institucional por la fractura de la organización, provocando la postergación de sus demandas ante los tomadores de decisiones en los tres niveles de gobierno. Pero lo más crítico de la situación, es el perjuicio que hacen a las poblaciones a quienes dicen representar.     

Por esta razón, urge la necesidad de la delimitación propia de la ideología anticolonial y anticapitalista de las naciones indígenas. Es decir, reconocer que el sistema político-ideológico y económico, es el principal corruptor de las personas; independientemente de la procedencia social, racial, política-partidaria y de clase, las personas se ven envueltos en hechos vergonzosos de corrupción. En este sentido, la propuesta de ideología anticolonial tiene que ver con rechazar toda  forma de exclusión social y económica basada en prejuicios raciales, credos religiosos, de cosmovisión; tiene que ver con repensar la sociedad en base a valores y principios que nos construyan como personas con visión integral y amplia de las cosas. Por el lado de la propuesta anticapitalista, necesariamente pasa por priorizar formas y modelos económicos que piensen en la producción de riquezas y recursos para la satisfacción de necesidades básicas y en la distribución de los recursos producidos, de acuerdo a las necesidades de las personas , sean estos monetarios, bienes y de servicios. La crítica no debe ser funcional a una coyuntura o a un determinado gobierno de turno, porque se debe atacar de raíz los males que están ocasionando en nuestra sociedad; la experiencia nos hizo ver que, por muy buenas intenciones tenga un "gobierno progresista", si no se educa a la gente en una forma diferente de concebir el mundo y las relaciones sociales, todos los esfuerzos no sirven para nada. Implica trabajar nuestros individualismos, machismos... Otro mundo es posible!      

B. Acuerdo CIDOB-CAO.

Y así, en esta crisis moral como sociedad, vemos el intento oligarca descarado de tomar los territorios ancestrales de las naciones indígenas, mediante convenio interinstitucional firmado entre el señor Gregorio Alexander Quetty Medina, representando a la CIDOB y, Reinaldo Díaz Salek, de la CAO; so pretexto de producir alimentos para las poblaciones indígenas, para paliar la crisis alimentaria post cuarentena por el COVID-19. Esta actitud deja mucho que desear por parte de la dirigencia de la CIDOB, ya que no procedió a consultar a las demás organizaciones regionales que conforman la organización representativa nacional de los indígenas de tierras bajas de Bolivia. La actitud de la CAO, no es de extrañar, porque hace tiempo están tras los territorios indígenas e intentando introducir semillas transgénicas al interior de los mismos. Esta actitud es deplorable desde todo punto de vista, ya que están realizando acuerdos, sin el consentimiento y visto bueno de las organizaciones indígenas; pero nada es eso, sino la forma de proceder en situación de riesgo y crisis sanitaria, aprovechando la inmovilización total en el país, ya que saben que no será posible recibir resistencia física a las intenciones ya descritas.   

No es nueva la farsa oligárquica de la seguridad alimentaria, bajo la premisa de producción a grandes de escalas de algunos productos agropecuarios, que con suerte llegan a la mesa de algunas familias bolivianas. Es sabido que la mayor cantidad de superficies cultivadas la ocupa la soya, después viene el girasol, el sorjo, maíz y trigo; entonces, el producto estrella producido por los agroempresarios se va a la exportación, los demás productos son utilizados para la producción de aceite, para alimentar la producción en granjas avícolas y bobinas y, en menor escala, para la producción de panes (se importa más del 70% de harina de trigo transgénica desde Argentina) y otros productos. Este "modelo de producción" es el responsable de la mayor deforestación de los bosques en las tierras bajas de Bolivia; de la contaminación de los suelos, cuencas acuíferas y el aire que respiramos con miles de toneladas de agroquímicos cada año; y con esto, la pérdida de la biodiversidad en flora y fauna silvestre; como también, es el responsable de la creciente ola de enfermedades cancerígenas, por el contacto o consumo de productos tratados con agroquímicos durante el proceso de producción. A la CAO ¿le interesará producir alimentos en sistemas agroforestales? en donde se diversifique la producción de alimentos en un terreno determinado, sin el uso de agroquímicos que mata a las aves y animales circundantes al chaco. A este sector, le incomoda la flora y fauna. la destruyen para sacar jugosas ganancias de la tierra, la sobreexplotan hasta sacar el último gramo de mineral para después abandonarla. Como no viven en los terrenos que explotan, no les llega los efectos de manera inmediata y directa; pero sucede todo lo contrario con las poblaciones aledañas a los campos de producción agrícola.    

Por lo tanto, las nuevas reivindicaciones indígenas deben ser anticoloniales y no sólo antigobierno, es decir, atacar al problema desde la raíz, para lo cual, proponemos las siguientes aspectos:  

- Autonomías con base territorial: como instrumento de recuperación de los territorios ancestrales, para desarrollar autogobiernos que respondan a sus propias realidades, priorizando lo más elemental para el desarrollo social de los habitantes de un determinado territorio, por lo que debe ser la principal premisa a seguir.

-  Salud: implementar hospitales tradicionales. Pensar en la salud preventiva. Utilizar los recursos forestales que se encuentran en los diferentes estratos ecológicos, como fuente sanitaria, para dejar de usar fármacos, que siempre dejan secuelas después de su uso. Potenciar el desarrollo de investigaciones de la propiedades curativas de plantas medicinales, a través de profesionales indígenas formados en el área de la bioquímica. 

- Producción agroforestal: diversificar la producción de alimentos en las áreas de cultivos. Que los alimentos sirvan de medicina para el cuerpo, para evitar comprar alimentos que luego nos enferman. Esto sentará las bases de la seguridad y soberanía alimentaria. El estudio de suelos, para determinar la vocación productiva, es de vital importancia para planificar la economía productiva. 

- Educación intercultural y bilingue: profundizar en la cosmovisión de los pueblos indígenas. Ssto permitirá rescatar valores y principios culturales, que servirán para regir la vida con normas apropiadas a su contexto territorial y cultural. Ver la educación como un proceso de integración e  incorporación del nuevo integrante, a la sociedad.  

C. OBJETIVOS  o síntesis.

- Para un nuevo horizonte emancipatorio: AUTONOMÍAS INDÍGENAS.

- Para nuevos métodos de lucha: CAMBIO DE SENTIDO DE LA MARCHAS.

- Para nuevos instrumentos de lucha: NUEVAS (ANTIGUAS) DE ORGANIZACIÓN COMUNITARIA.


Por Voces Indígenas Urbanas, en colaboración con el Centro de Estudios Kɨturiki Sux

jueves, 28 de mayo de 2020

Cuarentena desde mi tapera


El coronavirus llegó a Bolivia en avión. Como muchos afirman, es una enfermedad importada por personas con capacidad económica para viajar a otros países. Sin embargo, una vez diseminada en nuestro país, quienes se llevan la peor parte, es la población de escasos recursos económicos, mucho más aún, si nos ponemos a escudriñar un poco el confinamiento al que estamos sometidos desde inicios de marzo, siendo que la mayoría de la ciudadanía vive del día a día, bordeando más del 70% de la población boliviana; podemos deducir que la mayoría de la población, no está en condiciones de sobrellevar la cuarentena sin recurrir a la solidaridad de la ciudadanía.

Por el lado del análisis epidemiológico, eso se lo dejamos a los especialistas en la materia. En este caso, vamos a prestar atención a la situación de las personas en esta coyuntura de cuarentena y crisis sanitaria. Podemos decir que, todo lo que está aconteciendo, desnudó el frágil y precario sistema de salud, porque es un modelo que prioriza la venta de servicios sanitarios, antes que la prestación social de dichos servicios. Hoy somos testigos de los altos costos sanitarios en las clínicas. ¿Alguna vez nuestro derecho a la salud estuvo basado en la medicina social y salud colectiva? En este contexto, desde los diferentes niveles de gobierno y, desde los principales medios de comunicación, dejaron de hablar del Dengue y, pese que se reportó un caso de Sarampión, tampoco se lo menciona y, así sucede con las demás enfermedades de base y estacionarias. Nadie más enferma de otros males. De todo esto podemos deducir que la actual administración del Estado desconoce la composición social, o dimensión general de nuestra sociedad, por citar un ejemplo: en la zona sur de Cochabamba, consiguen 100 litros de agua en Bs. 8, para una familia de 5 personas y, les dura dos días a lo máximo; sin embargo, un barbijo les cuesta Bs. 2. Lo que significa que, para muchas familias la cuarentena, es inviable. En este sentido, los médicos aparecen como infalibles y cada que aparecen más casos de COVID-19, culpan a las personas de los contagios (lo propio ocurre con el gabinete del ejecutivo nacional y, ni que decir de la actitud policiaca); pero cabe señalar que la mayoría de los fallecidos son personas entre los 20 a 40 años, población joven, que derrumba el mito que esta enfermedad ataca, principalmente, a personas de la tercera edad.

En este contexto, el modelo económico imperante, de carácter capitalista extractivista, no ayudó a responder a las exigencias alimentarias y de satisfacción de necesidades básicas de la canasta familiar. Más al contrario y contra todo pronóstico, los agroempesarios, principalmente de Santa Cruz, se favorecieron con Decretos Supremos que les da vía libre para el cultivo de semillas transgénicas, so pretexto de seguridad y soberanía alimentaria, muy por encima del discurso “ambientalista” de quienes se hicieron con el poder del gobierno central en noviembre del años pasado. Lo que hoy nos muestran es la estrecha relación entre los empresarios dueños de supermercados y los representantes de los tres niveles de gobierno, estos últimos sí tienen permiso para abrir sus locales comerciales, mientras se “castiga” a los comerciantes de mercados de las zonas periféricas y populosas de nuestra ciudad.

En respuesta a todo aquello, principalmente en lo que respecta a la provisión de alimentos, vemos que en muchos barrios populares de nuestra ciudad, los vecinos se están organizando para preparar las ollas comunes. Experiencia que se suscitó durante la crisis de octubre y diciembre de la pasada gestión, pero en una coyuntura  social totalmente diferente de la actual. Sin embargo, se puede apreciar que la solidaridad entre vecinos, va más allá de la cuestión coyuntural y, nos está señalando los caminos a seguir después de esta cuarentena, es decir, las posibles alternativas solidarias para encarar la vida y, el desarrollo social de las personas de condiciones económicas precarias. ¿Qué hace que cuando no hay ciertas necesidades entre vecinos no puedan demostrarse gestos solidarios? Ojalá que los esfuerzos post cuarentena, estén enfocados a apreciar y considerar valores que nos humanizan: solidaridad, cooperación y compartir lo que tengamos a mano. La sociedad auto organizada, prescinde del Estado, hecho corroborado con las actuales acciones colaborativas entre vecinos antes mencionadas. Pero desde la sociedad civil organizada, hay una fuerte responsabilidad de generar conciencia colectiva, desde donde se puedan proponer políticas públicas sociales y económicas, en primera instancia, acorde a las necesidades reales de la ciudadanía mayoritaria y, se dejen de lados los intereses mezquinos de sectores agroindustriales, responsables de miles de hectáreas deforestadas y, de la contaminación del suelo, agua y aire con miles de toneladas de agroquímicos. 

En lo social, podemos decir que hay un estado paranoia y miedo colectivo. Por un lado por las medidas altamente policiacas para controlar la propagación del virus y, de las serias posibilidades de que “todos somos portadores” y ser víctima de ser contagiados o contagiar. Por otro lado, la desinformación y confusión a la hora de tratar los temas relacionados a la pandemia, contribuye al clima antes descrito, principalmente desde los principales tomadores de decisiones de los tres niveles de gobierno. Sin duda alguna, con la complicidad de los medios de comunicación, propiedad de empresarios que lucran con la desgracias de las mayorías.   

Por otro lado, necesitamos que las autoridades de los tres niveles de gobierno, respondan de manera adecuada a las necesidades coyunturales por las que se está atravesando. Se ocupen de las personas, en base a criterios científicos y académicos y no en base a credos particulares y; respondan por el presupuesto con que están manejado el Estado, es decir, que sean un poco consecuente con el discurso con el que llegaron a Palacio de Gobierno y, de una vez por todas, dejen de improvisar desde el Ministerio de Salud, para afrontar de manera seria y responsable, la presente crisis sanitaria.

¿Necesitamos crear huertos urbanos en las ciudades? Y, con estas medidas, ¿enfrentamos a los intereses de los capitales de la agroindustria? ¿Cuánto de lo que producen los agroindustriales llegan a nuestra mesa todos los días? O, ¿generamos condiciones para que la producción de los agricultores campesinos llegue de manera directa los consumidores? 

Es hora de repensar: nuestra relación con nuestros vecinos; las relaciones con el modelo económico dominante (capitalismo extractivista); la relación y cuidado del medio ambiente; alternativas de vida (desarrollo social de las poblaciones indígenas en sus territorios); pero sobre todo, la forma de cómo queremos vivir la vida.

Por: Voces Indígenas Urbanas y Centro de Estudios Kɨturiki Sux